Para cantarle las mañanitas a la catrina
Aguascalientes es un estado pequeño en extensión y grande en belleza, cultura y tradición. Esconde tesoros de incalculable valor, como las pinturas rupestres que desde hace miles de años decoran los muros de El Ocote, o los bosques de laureles, pirules y álamos, donde el viento susurra las leyendas de los chichimecas que aquí vivieron.
El suelo es rico en minerales que nutren la tierra, la pintan creando bellas texturas y alimentan los viñedos y los huertos, donde crecen duraznos destinados a convertirse en algunos de los dulces típicos que se ofrecen en la Feria de San Marcos. Año con año, cuando la primavera amenaza con transformarse en verano, miles de personas se congregan en la capital para asistir a la llamada “feria de ferias”, donde se celebran conciertos, corridas de toros y otras actividades culturales.
Esta hermosa ciudad colonial, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad, ofrece a sus visitantes gratos paseos, comida deliciosa y actividades diversas para todo tipo de viajeros. Los lugareños aseguran que los atardeceres de Aguascalientes son de los más hermosos del mundo; el cielo claro se transforma en una explosión vibrante cuyos rojos, naranjas y guindas parecen convertir a las nubes en bailarinas de fuego que se extinguen velozmente, mientras el sol desaparece atrás del Cerro del Muerto.
Tanta riqueza inspiró a varios artistas que han impactado en las tradiciones de todo México. Uno de ellos fue Manuel M. Ponce, el creador de nuestras mañanitas cumpleañeras, que aunque nació en Zacatecas vivió en esta tierra buena parte de su vida. Aguascalientes también fue hogar de José Guadalupe Posada, el talentoso caricaturista a quien debemos la existencia de la catrina. Un hermoso convento convertido en museo custodia entre sus muros una extensa colección de su obra.
Por todo esto y mucho más Aguascalientes es un tesoro por descubrir.